El 13 de julio de 2002, Brighton Beach vivió una jornada que cambió para siempre la organización de los espectáculos electrónicos. Fatboy Slim convocó a 250.000 personas en un evento gratuito que superó todas las previsiones y que dejó consecuencias que aún se recuerdan.
El 13 de julio de 2002 quedó registrado como un hito para la música electrónica. Aquel día, Fatboy Slim transformó Brighton Beach en un espacio de pulsos sincronizados. El evento, conocido como Big Beach Boutique II, convocó a unas 250.000 personas, una cifra cuatro veces mayor que la esperada por los organizadores, quienes habían calculado una asistencia cercana a las 60.000.
Norman Cook, el DJ afincado en Brighton y figura central de la jornada, reconoció que aquel concierto debió representar el momento más importante de su carrera. Sin embargo, también estuvo marcado por dificultades que se revelaron con el paso de las horas. El evento, presentado como una celebración gratuita de dos días, terminó por desbordar la capacidad logística y operativa de la ciudad.
El documental de Sky que revive el episodio expone los preparativos, las tensiones y las consecuencias de un evento que pronto fue llamado el Woodstock de Brighton. La magnitud de la convocatoria se evidenció desde temprano: a las nueve de la mañana ya se registraban cerca de 30.000 personas en la playa, anticipando lo que horas más tarde derivaría en un colapso total.
Sophie Kirkham, quien asistió con 22 años, recuerda la escala del escenario y el impacto de ver la playa convertida en un espacio masivo de baile. Fatboy Slim ya había actuado allí en 2001 ante 40.000 personas, y buscaba replicar esa conexión. Pero la popularidad creciente del DJ atrajo una atención mediática que, según los involucrados, superó cualquier proyección previa.
Becky Stevens, parte del equipo del Ayuntamiento de Brighton y Hove, relató que advirtió a los organizadores sobre la posibilidad de una asistencia muy superior a la estimada. Su preocupación fue desestimada con una frase que el tiempo se encargó de contradecir: “No seas tonta, Becky, esto no son los Beatles. Es solo un DJ”.





Durante el evento, el caos se hizo evidente. Los asistentes se subían a ambulancias para escapar de la multitud, mientras decenas eran rescatados inconscientes del mar. Los heridos debieron ser evacuados en lanchas debido al bloqueo total de las calles. Al terminar el set de Norman Cook, la situación se volvió aún más compleja.
Christopher, quien tenía 15 años, relató uno de los momentos más tensos: personas lanzando botellas desde los refugios de la playa hacia la multitud. A su lado, una mujer cayó tras ser golpeada. El testimonio refleja el nivel de descontrol que se apoderó del lugar cuando la noche avanzaba.
Mark Ove, guardia de seguridad, aseguró que se les informó de una asistencia estimada de 40.000 personas. A pesar del número de incidentes —que incluyó un fallecido durante el evento y otro poco después— señaló que, en comparación con otros espectáculos, la jornada fue inesperadamente manejable desde su perspectiva operativa.
El reporte de The Guardian detalló las consecuencias más graves: una mujer murió tras caer desde la explanada superior, mientras que un hombre sufrió un infarto luego del concierto. Decenas de heridos, fracturas, colapso total del tráfico y miles de personas durmiendo en la playa por falta de trenes son parte del registro. En total, 160 personas resultaron con lesiones leves, 11 fueron hospitalizadas y seis detenidas.
La policía de Sussex declaró que fue el evento más grande en la historia de la región. La mitad de los agentes requirió apoyo psicológico. El inspector jefe Peter Mills afirmó que los uniformados enfrentaron una experiencia que, en muchos casos, podría ser la más difícil de sus carreras.
Tras la jornada, se realizó una operación de limpieza valuada en 300.000 libras, financiada en parte por Norman Cook, quien enfatizó su agradecimiento hacia los servicios de emergencia y expresó su compromiso con la ciudad que considera su hogar.
Big Beach Boutique II se convirtió en un parteaguas. Desde entonces, los eventos masivos en Reino Unido comenzaron a exigir venta de entradas y controles más estrictos. Para muchos asistentes, aquella fiesta sigue siendo una experiencia única. Para la industria y las autoridades, representa un recordatorio permanente sobre los desafíos de la organización masiva y el poder transformador de la música electrónica.
Revive parte de su presentación Aquí.